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Geografía
PAÍSES
Letonia - 2ª parte
as tribus bálticas llegaron a esta región alrededor del año 2000 a C, pero es muy poco lo que se conoce sobre ellas antes de que fueran conquistadas por los misioneros y comerciantes alemanes. El obispo Albert de Buxhoeven fundó Riga en 1201 e inició la evangelización forzosa de los letones, creando la que sería luego la Orden livonia de los Caballeros Teutónicos.
A finales del siglo XIII los teutones establecieron el estado confederal de Livonia, en el que los comerciantes hanseáticos se reservaron el tráfico portuario, mientras que los señores feudales alemanes reducían a los campesinos nativos a la servidumbre. Debilitada por las revueltas campesinas y los ataques de Iván el Terrible, así como por la Reforma de Lutero, que ganó adeptos entre la burguesía y se difundió entre los campesinos, la confederación de Livonia terminó por romperse y en 1591, la zona situada al SO, Letonia, pasó a depender de Polonia. En 1629 fue conquistada por los suecos, que consolidaron la iglesia evangélica, y posteriormente por los rusos, a través del Tratado de Nystad, firmado en 1721. La administración zarista dividió el territorio en tres provincias y garantizó la libertad de cultos.En el siglo XIX, la incipiente industrialización impulsó a los campesinos letones a emigrar hacia las ciudades, y así comenzó a surgir una clase media nativa. Como resultado de estos cambios sociales empezó a tomar cuerpo un sentimiento nacionalista, vinculado a la aparición de una literatura laica, una prensa local y diversos círculos intelectuales, como el Grupo de los Jóvenes Letones de la Universidad de Dorpat (Tartu) que promovió el afianzamiento de una lengua y una cultura letonas. A principios del siglo XX estos grupos evolucionaron hacia formas políticas, con el objetivo de lograr la autonomía territorial de Letonia dentro del Imperio ruso. Este movimiento continuó después de la Revolución Rusa de 1917, impulsado por representantes de diferentes grupos políticos que bregaban por el establecimiento de un estado soberano. De esta forma, el Consejo Nacional proclamó la independencia de la República de Letonia, que fue reconocida por Rusia en 1920.
Bajo el gobierno de Karlis Ulmanis, el país se otorgó su primera Constitución en 1922, la cual introdujo un sistema democrático de gobierno basado en la representación proporcional. En la década de los años treinta, el declinar de la economía, unido a una profunda crisis política, desembocó en el golpe de estado de 1934, encabezado por el propio Ulmanis, quien instauró un poder autoritario afín a la ideología fascista y asumió el cargo de presidente en 1936. Situada en la esfera de poder de la U.R.S.S. por el pacto germano-soviético de 1939, Letonia fue anexionada formalmente a aquel país al año siguiente, al mismo tiempo que Estonia. Más tarde, en 1941 fue ocupada por los alemanes y finalmente recuperada por los soviéticos a partir de octubre de 1944.El terror estalinista, junto a la colectivización forzosa y las deportaciones en masa, provocaron la erosión étnica de los letones, agudizada por el proceso de industrialización que atrajo una fuerte inmigración eslava. Tras largas décadas de silencio político, a finales de los años setenta y principios de los ochenta empezó el renacimiento de la cultura tradicional letona. Protagonizado por los jóvenes, éste se tradujo por un lado en un resurgimiento la música folklórica, así como en la restauración de iglesias y monumentos nacionales, mientras que por otro comenzaban a surgir pequeños grupos políticos. En esa época vieron la luz el Club de Protección Medioambiental, que inició en 1984 una campaña contra la degradación de la naturaleza, y el grupo de defensa de los derechos humanos Helsinki-86. Este último publicó el periódico clandestino Tevija y convocó manifestaciones contra el poder soviético, que fueron reprimidas por la policía.
En 1987 se organizaron concentraciones populares en el aniversario de la firma del pacto entre Hitler y Stalin, y en la fecha de la independencia de Letonia. Las concesiones del poder central, como el estatuo de la lengua de septiembre de 1988 o el programa de soberanía económica y de autogestión financiera, no hicieron más que dar mayor impulso a la oposición. Estos movimientos embrionarios fueron tomando fuerza al amparo de la política de reformas impulsada por el dirigente soviético Mijail Gorbachov: en febrero de 1988 se fundó el Frente Popular Letón en apoyo de la perestroika, y en febrero del año siguiente salió a la luz el Partido de la Independencia Nacional de Letonia. Pero la perestroika encontró una gran resistencia entre los líderes del Partido Comunista local, dominado por los eslavos, y en especial por parte de su secretario general, Boris Pugo, uno de los futuros golpistas del 19 de agosto de 1991. Sin embargo, el país siguió los pasos de Estonia y el Soviet Supremo reclamó el derecho a la independencia en mayo de 1990. Pero las ansias de libertad del país tuvieron que ser aplazadas en un primer momento ante la amenaza del poder central de la U.R.S.S. de emprender sanciones económicas. En respuesta, el Congreso de Letonia, un parlamento alternativo, exigió la restauración inmediata de la independencia y la retirada de las fuerzas de ocupación soviéticas. Después de unos meses de presiones económicas, el 20 de enero de 1991 el gobierno de Moscú pasó a la acción con el asalto de las fuerzas policiales soviéticas al ministerio del Interior de Letonia, que dejó un saldo de cuatro muertos. Pero los letones no se echaron atrás y organizaron un referéndum el día 3 de marzo, en el que hubo un 74 % de votos favorables a la independencia, con una participación del 88 %.
El fracaso de la tentativa de golpe de estado de Moscú, en agosto de 1991, aceleró el proceso independentista: poco después de que las informaciones llegadas de Rusia indicasen que la intentona había sido abortada, el parlamento aprobó definitivamente la secesión de la U.R.S.S., adoptando las leyes de la Constitución letona de 1922. Horas después, el Partido Comunista y todas las organizaciones pro-soviéticas eran abolidas. Desde entonces, la vida política se ha centrado en el debate sobre la creación de un nuevo estado o el regreso a la legislación anterior a 1940. También el problema de la ley de ciudadanía ha provocado una fuerte controversia, ya que ésta sólo reconoce a los habitantes del país registrados antes de la Segunda Guerra Mundial y a sus descendientes, en perjuicio de los inmigrantes posteriores. De esta forma, la mitad de la población quedó marginada de la vida política y no ha participado en las primeras elecciones pluripartidistas, celebradas en octubre de 1992. Esto implicó una grave contradicción en la nueva andadura del país, dispuesto a encauzar la economía hacia las leyes del mercado libre a través de una serie de reformas cuya aplicación originó una grave caída del nivel de vida y un gran descontento en los sectores populares. En las elecciones de junio de 1993 una alianza de centroderecha liderada por A. Gorbunovs se alzó con la victoria.